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Foto del escritorCamila Pastén

“Todxs tenemos sesgos (y qué hacer para trabajarlos)”

“¡Mentira, yo soy súper inclusive!” … Mmm, no.


Resulta que por segundo recibimos 11 millones de bits de información, de los cuales sólo somos capaces de procesar 40. Entonces, categorizar, filtrar información, es para nuestra especie un asunto de supervivencia. Y de ahí vienen los sesgos.


Entenderemos por sesgos inconscientes, todas aquellas creencias que se activan en nuestras mentes de manera involuntaria, al encontrarnos ante cierto tipo de situaciones que nos muestran una “diferencia” respecto de nosotrxs mismxs. Aplicado al género, son las creencias “automáticas” que se vienen a nuestra cabeza respecto de hombres y mujeres, que se han fundado en nuestras experiencias previas, en nuestro entorno social, sobre la base de estereotipos que -digámoslo claro-, nada tienen de “científico” o “natural”, sino que son más bien construcciones.


¿Qué sería entonces un sesgo de género en el mundo del trabajo? Te compartimos aquí los 4 más comunes, ¡atención que seguro se te ha aparecido más de uno por ahí! 😮

  1. Sesgo de afinidad: “El club de Lulú/el club de Toby”... Nos relacionamos con personas que son parecidas o afines a nosotrxs, quitando posibilidades a personas diferentes a ser parte de nuestro círculo. En el trabajo, esto se refleja en los Directorios o Gerencias, que tradicionalmente han sido conformados por hombres, y al tener que incluir a nuevas personas, generalmente buscan hombres por sesgo de afinidad.

  2. Sesgo de atribución: “¡Qué buen reporte, seguro lo hizo Ricardo!”... Pero no, lo hizo Francisca, par de Ricardo, misma profesión y un poco menos de experiencia. El sesgo de atribución se refiere a que tendemos a subestimar el desempeño de las mujeres, mientras que atribuimos características positivas automáticamente al desempeño de hombres. Asimismo, cuando una mujer comete errores, ella misma se culpa mucho y desde el entorno penalizamos esas faltas, sin embargo, cuando su par hombre comete el mismo error, lo tomamos como un aprendizaje.

  3. Sesgo de aprecio o doble rechazo: “Ay, qué enojona, para qué se pone así”. Este sesgo hace referencia a la tendencia que tenemos de apreciar a las mujeres cuando expresan características que tradicionalmente hemos asociado a lo femenino, como la simpatía, el carisma, el cuidado; mientras que otras características que asociamos a lo masculino, como la asertividad, las altas exigencias, o roles más bien dominantes, nos parecen excelentes de parte de hombres pues los consideramos buenos líderes, pero cuando aparecen en mujeres, nos generan rechazo, resistencia. Este sesgo refleja claramente los estereotipos de género.

  4. Sesgo de maternidad: “Fue mamá hace poco, seguro no podría asumir ese ascenso.” Este sesgo pone de manifiesto las discriminaciones que sufren muchas mujeres al declarar su deseo de ser madres o una vez que ya lo han sido. Se asume que tendrán un menor compromiso con el trabajo o que su desempeño será inferior, cosa que no ocurre cuando los hombres son padres o declaran querer serlo.

¿Te suena familiar alguno de ellos? Seguro que sí. Los sesgos inconscientes son mensajeros del cambio que necesitamos en los entornos laborales, y también sociales en su más amplio espectro.

Decir que no tenemos sesgos es mentir, y no queremos eso. Lo que sí queremos, es reconocer los sesgos para poder enfrentarlos de mejor manera, observarlos, cuestionarlos, y abrirnos a nuevas posibilidades más justas para todos y todas.

¿Qué hago entonces? Aquí te dejamos algunos tips:


Investiga, lee mucho, busca videos o cualquier tipo de contenido que te ayude a tener más información. Esto abrirá tu mente, te permitirá estar más alerta.

Obsérvate con humildad a ti mismx. Cuando te des cuenta de que estás cayendo en un sesgo de género, ¡dale la vuelta a tu pensamiento! Pero no te trates mal, ni tampoco seas condescendiente contigo. El cambio requiere que le pongamos el cariño y el empeño suficientes: en equilibrio.

Conversa de esto con tu entorno, pues el diálogo es una excelente manera de aprender y cambiar.

Pregunta a mujeres y hombres si alguna vez les ha pasado esto, si han tenido alguna mala experiencia con estos sesgos. De seguro podrán compartirte historias que te ayudarán a reflexionar y dimensionar la urgencia de los cambios que necesitamos.

Déjate orientar, déjate ayudar. Cuando recibas algún comentario alusivo a sesgos de género, trata de verlo con humildad y preguntar qué puedes hacer para cambiar.

Y si trabajas en una organización que quiere avanzar en materia de equidad de género, ¡escríbenos! Estaremos felices de acompañarles en este desafiante, pero necesario camino.

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